Por Carlos A. Coria García
El propósito del texto es indagar o al menos, reflexionar en voz alta si la música se nos presenta como un divertimento o entretenimiento, actividad superflua de la vida humana o si, en realidad, conforma y confronta las realidades intimas y las externas actuando como dispositivo del pensar en o sobre las realidades donde nos toca vivir.
¿Es posible que la música sea el lenguaje primero?
La respuesta tal vez sea en sentido afirmativo, el contacto con los sonidos musicales los encontramos desde las primeras semanas de vida con las canciones de cuna o con los artefactos que se colocan en las mecedoras, normalmente a cuerda, que dispara un incesante concierto mientras gira con intención hipnótica para que el pequeño entre en un sueño profundo. Incluso podríamos situar este contacto con el lenguaje musical desde el seno materno, al menos en mi caso personal. Cuenta siempre mi madre que cuando todavía estaba en su seno era un tanto inquieto, de esos bebes que patean y se mueven exageradamente, provocando todo tipo de molestias a las madres, ella asegura que cuando me encontraba en ese estado de excitación colocaba un disco de Richard Clayderman, sentándose bien cerca de los parlantes y automáticamente el hijo que llevaba en su vientre dejaba de moverse, se relajaba, disfrutaba de la música.
Los que me conocen y aquellos que tienen la suerte de no hacerlo, mi preferencia es por el mundo del jazz, considerándolo como el último instrumento de expresión democrática, muchos piensan que el mundillo del jazz es oscuro, extravagante y sólo posible para conocedores profundos de la música y no es así, el jazz guarda los movimientos vibracionales del origen de lo musicable, el jazz por excelencia es inclasificable, no tiene género, aunque contradictoriamente lo llaman jazz y se encuentra al alcance de todos.
Saliendo de las cuestiones meramente personales, pregunté hacia mis adentros ¿Por qué escribir sobre la banda de una ciudad pequeñita del litoral argentino? Pues, en lo anterior está la respuesta, estos seis muchachos hacen que regrese constantemente a esa búsqueda de origen en lo musical, en sus canciones y shows la atmósfera queda sin gravedad, podemos flotar y movernos subjetivamente en un éter auto-gestionado, absorbiendo mensajes vestidos de canción, rechazarlos o aceptarlos, tomarlos como propios o no, el plus de la banda es la banda estrictamente, el talento por manejar los tiempos sonoros, la estridencia de una guitarra en complicidad del bronce de una trompeta oscura, que consuela un corazón doliente por un amor no correspondido, un saxo blusero que nos invita a golpear los pies en el suelo siguiendo la melodía sin poder evitarlo, así es Sin Fines de Lucro, que nos servirá como disparador.
Pero esto no sucede solo en las profundidades de América Latina, cosa similar encontramos en Europa, en Portugal, por ejemplo, las envestidas de la música sobre la realidad cultural de ciudades y pueblos no da respiro, el festival Millones Parte incentivado desde el under por la banda Bombay Negro, es idéntico a lo que sucede en mi pequeño pueblo (Esquina, Provincia de Corrientes, Argentina) con la motorización del Esquina Rock, por parte de la banda Sin Fines de Lucro. Los portugués con PuntzkaPuntz, banda de rock alternativo; Bandulu Dub, en el reggae; Manu Dibango, con sus sonidos ancestrales, en el rock independiente; Linda Martini, A Caruma y Anaquim, entre muchos otros.
La música española marco mi adolescencia con Jarabedepalo, Estopa, Joan Manuel Serrat, Ilegales, Héroes del Silencia y Mago de Oz.
En su caso, Uruguay, cuenta con bandas que han marcado el camino a las próximas como por ejemplo: El cuarteto de Nos, La Trampa, Traidores, Los Iracundos, entre tantos otros.
La provincia hermana y vecina de Chaco, cuenta con una banda de extraordinaria factura como Astronave, a la cual los chaqueños pueden disfrutarla prácticamente cada fin de semana sonando en vivo.
El espacio de las alternativas, de los espacios trasformados, creados, ganados batallando día y noche contra el prejuicio de lo pre-establecido como línea artística y argumental que existe tanto en Europa, como en Latinoamérica, se sintetiza en la entropía como rango de incertidumbre que reina en el inframundo, en este caso, de lo musicable y en la posibilidad de hacer camino paralelo, las experiencias indican que hay posibilidades de una re-creación, alejándose de lo meramente eventual para hacerse cada día permanente en el tiempo y en las entrañas de cada comunidad.
Para finalizar, lanzo el último interrogante
¿Es posible pensar en términos musicables, es la realidad circundante de los humanos pensable desde la música?
La respuesta queda sujeta a cada quien, desde esta tribuna podemos decir que si, la música es el lenguaje primero que conecta todos los sentidos con el exterior, es nuestra línea de tiempo, los acontecimientos importantes, sean buenos o malos se los puede situar en la música, en una canción en particular, una banda, un concierto, un disco, nuestra época pasada y presente es una época musical. En ese sentido, Sin Fines de Lucro, marca una época en la ciudad que me vio nacer, donde me eduqué y encontré el amor por primera vez.
Sobre el autor
Nació un 14 de febrero de 1983 en Esquina, una pequeña ciudad de la Provincia de Corrientes, situada al norte de Argentina.
Forma parte del equipo del Festival de Arte Multidisciplinario Independiente Esquina esta de Arte. Es columnista de varios medios correntinos. Artista plástico y trompetista aficionado.
Ha publicado 4 libros: El Municipio (2013), Rebelión (2015), Ficción (2016) y Viaje al inframundo cultural (2016).
Contactos: cubaapbt@gmail.com; Facebook: https://www.facebook.com/carlitos.coria.1